Hoy es el Día internacional de los trabajadores, fiesta que reivindica en todo el mundo esa condición de la dignidad humana por la cual accedemos al sustento diario (que comúnmente llamamos PAN); por el cual nos realizamos como personas; testimonio único de progreso, crecimiento, de autoestima, valoración y ejemplo.

Pero este 1 de mayo tiene un sabor especial. Quienes han tenido la posibilidad de pisar «una cuadra» -lugar dónde todos los días del año (sin excepción alguna) se elabora el pan- saben qué, alrededor de esta actividad milenaria (ha sido el alimento básico de la humanidad desde la Prehistoria) se molda la esencia misma de la cultura del trabajo.

Proceso de elaboración del Pan – Tumba Ramses III

Y no es que otros trabajos lo representen en menor o mayor medida. Sucede que el del panadero, conjuga lo imprescindible de nunca poder faltar; lo constante de nunca poder detener su producción; lo previsible para ser el primero en llegar… y crearse cuando las ciudades, los pueblos duermen; y todo el esfuerzo, la dedicación y el amor que el arte de alimentar conlleva en sí mismo… Pareciera ésta la descripción del trabajo de una «ama de casa» ¡¿verdad?!… quien además, con la misma melodía, entona muchas otras tareas que le toca afrontar.

Hay imaginarios, cómo el del panadero, que han construido la «cultura de trabajo» lejos, muy lejos de la injusticia, la especulación, el chantaje, la avivada, el subsidio, la extorsión, la precarización, el abuso…

Es que las personas somos capaces de todo para que «nunca falte el pan»… Ojala, y en esta bisagra que parece ser el Bicentenario, también hagamos el esfuerzo para que «abunden los Panaderos»

En homenaje a «Don Cañas», que desde ayer hornea trabajo, esfuerzo y amor en el Campamento Eterno… El más grande de los recuerdos y la dicha para Nati y su familia, por haber tenido en casa: UN PANADERO!