Hace unos días me propuse (esta palabra cada vez cobra más relevancia en mi vida) retomar este blog. No como un espacio de autobombo, tampoco como una insignificante contribución al mar de la infoxicación y datos… Sino como un ejercicio introspectivo de escucha activa y de comunicación (poner en común) de ideas, reflexiones o simplemente silencios que ensordecen. La decisión coincide con la noticia de diagnóstico médico que dice que mis oídos se están calcificando (tímpano esclerosis)… Con el tiempo se irá la membrana endurecerá e iré perdiendo la audición. El proceso es irreversible. La causa es un mix de predisposición hereditaria, un accidente a los 11 años, muchos resfríos, otitis y sinusitis… Las consecuencia: una gran paradoja: mientras voy perdiendo audición un zumbido constante, fuerte y agudo de acrecienta. A mayor silencio, mayor ruido. El paleativo está en aprender a discernir uno de otro y convivir con ello. Me agendé las entradas para el sábado a la mañana (que el calendario doméstico indica «limpiar casa» y siempre busco rehuir). Ya fallé, pero estoy a tiempo para recalular. Va la primera, que viene de la mano de esta charla (que organizó bwomensolutions):

y de este libro que tiene a mal dormir a @mbelenbarroso.

En sus primera páginas, se cita una investigación que recoge este otro libro «The Top Five Regrets of the Dying: A Life Transformed by the Dearly Departing» (2012) de Bronnie Ware.

En el recopila los cinco mayores arrepentimientos de personas que estaban por morir. Bronnie Ware es una enfermera australiana que pasó varios años trabajando en cuidados paliativos, atendiendo pacientes en las últimas 12 semanas de su vida. Ella registró sus epifanías agonizantes en un blog llamado «Inspiration and Chai» que atrajo tanta atención que puso sus observaciones este libro.  con la noble misión de acompañar y ser testimonio de las últimas horas. ¿De qué nos arrepentimos?

  1. Ojalá hubiera tenido el valor de vivir una vida fiel a mí misma, no la vida que otros esperaban de mí.
  2. Ojalá no hubiera trabajado tan duro.
  3. Ojalá hubiera tenido el valor de expresar mis sentimientos.
  4. Ojalá me hubiera mantenido en contacto con mis amigos.
  5. Ojalá me hubiera permitido ser más feliz.

Pero estas afirmaciones tienen trampa. Sí… la primera palabra «OJALÁ» es la trampa. Bueno, media trampa. La versión original en inglés es «I wish»; pero la traducción al español que viene del del árabe (law šá lláh) significa «si Dios quiere».  Quizás sea tiempo de que los arrepentimientos activen nuestra responsabilidad como protagonistas de nuestra vida, dando menos trabajo a Dios (a a quién sea que asumamos portador de dicha carga) y nuestra vida (y el propósito que definamos para ella) dependa más de nosotros mismos.