Hace tres años atrás, al comenzar con este espacio, mi primera reflexión era sobre en torno a la llegada de Abril (mi ahijada) a este mundo y las nuevas oportunidades, desafíos, encuentros y desencuentros que nos esperaban juntos.
Hoy, un día 4 (número muy especial para mí) me vuelvo a llenar de gozo, me invade una profunda felicidad sin límites.
Y es que la vida, nuevamente se encarga de mostrarme otro testimonio de entrega, compromiso, responsabilidad, audacia y profundo amor. El desafío que han emprendido Vir y Pablo es hermoso… La llegada de mi primer sobrino (Luciano) no hace más que invitarme a seguir trabajando por hacer las cosas bien, por intentar ayudar a los que no rodean, a ser ejemplo, a trabajar duro, a vivir plena y responsablemente mi vida…

Es que NO NECESITAMOS un «mundo mejor» cómo tantas veces se nos dijo… Necesitamos trabajar por dejar y hacernos MEJORES PERSONAS para este maravillo mundo que ya tenemos

Luciano («Lucianus», aquel que es luminoso) no debe ser una casualidad… Es nuestra CAUSALIDAD… Porque es inocencia, felicidad en estado puro, creatividad, curiosidad, humildad, belleza… Por él y todos y cada uno de los niños de este mundo, vale la pena intentarlo… PROMETIDO, querido Luciano!
Ahh y a mí también, me van a tener que «Perdonar mi optimismo» 😉