El pasado 21, además de cumplir años Pablo -mi hermano-, comenzó mi primera primavera en marzo, sin la típica fiesta del estudiantes; y no cómo antesala del fin de año como suele suceder cada septiembre, sino más bien, como el comienzo de uno que parece no querer tener fin… Ya empieza el calor.  El sol pega cada vez más y el mar no deja de enamorarme: cada amanecer, atardecer y las noches de luna llena son preciosas. La luz que ilumina Málaga tiene un brillo especial, cautiva, consuela, te hace naufragar…
Lo escribió Machado. Lo recita Serrat: (aunque a mí me gusta la versión del negro Jairo!!!)
«Dijo una voz popular/quién me presta una escalera/para subir al madero/para quitarle los clavos/a Jesús, el Nazareno./Oh, la saeta, el cantar/al Cristo de los gitanos/siempre con sangre en las manos/siempre por desenclavar. Cantar del pueblo andaluz/que todas las primaveras/anda pidiendo escaleras/para subir a la cruz./Cantar de la tierra mía/que echa flores/al Jesús de la agonía/y es la fe de mis mayores./Oh, no eres tú mi cantar/no puedo cantar, ni quiero/a este Jesús del madero/sino al que anduvo en la mar».
Semana Santa es muy especial en Málaga y en casi toda esta región de Olivos y buen Sol… Es tiempo de Saetas, Hermandades y Procesiones… Se trabaja duro por meses preparándose para los traslados y los desfiles. Aquí Judas, se llama clima. Si llueve, la frustración es insuperable. Este año, amagó con aguar la fiesta, pero las 30 monedas no fueron suficientes…!

Es cómo la historia de las comparsas que siempre vemos del carnaval. Cada Cofradía o Hermandad -alguna con siglos de tradición- venera una imagen de un Cristo y de una Virgen en distintas advocaciones. La conforman grupos selectos, cerrados, exclusivos, con años y años de tradición, con estructuras internas y un simbolismo meticuloso y sorprendente. Las hay de pobres, de ricos, más cristianas y cultas, de gitanos, más devotas, más paganas, más populares, más exclusivas. Los trajes de los Nazarenos (cuan kukus clan), los báculos, las medallas, la parafernalia y los ornamentos son indescriptibles. Mucha pompa, mucha fanfarria…

Todas viven dos momentos intenso: los TRASLADOS, que es una procesión más modesta, previa a Semana Santa, en la cual las imágenes son llevadas desde las Iglesias que las custodian a las Casas de las Hermandades, donde se las entronan y  preparan para el día que les toca en la procesión «oficial». Esta salida es por las callejuelas de la ciudad, es la primera puesta en escena, mide tiempos, fuerzas, prueba motores, sensibiliza a lo adeptos, ajusta detalles… El gran momento está aún por llegar.
El cronograma oficial es digno de grandes actos. Los programas proliferan por doquier, las calles, los horarios, las descripciones, el dato de color, todo para vivir una semana única. Hay mucho turismo, no hay peregrinos.
La ciudad se sitia, se montan grandes tribunas por las tres calles principales por las que pasará. Estos palcos se compran, algunos ya tienen dueños vitalicios, es increíble!!! Esta la «Tribuna de los Ricos» (funcionarios, jerarcas, el clero y personalidades en la Plaza Constitución; y la «Tribuna de los Pobres», mítica escalinata a la vera del río, en las afueras de la ciudad. Hay Semana Santa para todos…!
El segundo momento son las PROCESIONES… Hay cientos de Cofradías, pero sólo procesionan oficialmente las más importantes. Para tener un lugar en el programa hay que «tener horas en la calle», literalmente… Tienen que pasar años de procesiones por los barrios, juntar adeptos y luego lobby… del mejor! Hay días exclusivos: los lunes son «del Cautivo», los martes «la del Rocío» y así… Ya sé, les suena como «los martes del Chaqueño en Jesús María», pues igual!!! Y los horarios respetan el orden de precedencia… lo mejor para el último… bien al último, de madrugada casí amaneciendo ya! El momento culmine es el ENCIERRO… es cuando la caravana llega a su fin, a la Casa de la Hermandad nuevamente y las imágenes son guardadas… El griterío y los llantos parecen de funeral…
Se vive una mezcla de paganismo, devoción, misticismo, tradiciones, identidades, bastante raro pero una experiencia muy intensa… La calles se llenan de gente, que ve un espectáculo… que consume y anda (camina) de un lado para otro, entre trompetas y tambores, incienso, bandas militares, niños correteando tras la cera de las velas para armar bolones como souveniers, y penitentes. Ahh estos merecen una línea en particular. Tras el trono caminan con velas en las manos los unos, con los ojos vendados o descalzos los otros. Cumplen promesas, piden porque se termine el paro (desempleo), por salud, por ganar una oposición (concursos para ser empleado público de por vida), por amor -los bohemios-…. Los más famosos y «pintorescos» son los Gitanos, que acompañan el trono vociferando y aplaudiendo sus cantos… Son los catetos, los pueblerinos… «Menuda burguesía te acompaña mi pobre Virgencita», susurra entre dientes una Señora paqueta desde su palco en Calle Larios!
Parece de sueños estar viviendo la primavera andaluza que tanto tarareaba de ese disco viejo de Jairo. Aquí no hay grandes bagna caudas o huevos de pascua… eso no se ve, pero la fiesta popular se revive de otros múltiples modos…
El desafío, aquí y allá sigue estando en comprender la profundidad del misterio que año tras año se revive, que con Iglesia o sin ella, es parte constitutiva del hombre y de la vida misma: el dolor que producen nuestras faltas, la  fuerza de la entrega por el prójimo, y la gracia de la vida eterna…
Así Sea.