El pasado 12 de julio algo cambio…

Y aunque en esencia, se trata de un cambio de «status» académico (ahora ya «Doctor en Comunicación»); ese día, el verdadero cambio fue interior. Me sentí la persona más afortunada de este planeta.

Y es que entiendo mi vida, este efímero paso por el mundo, como la sabia consecuencia de una cadena infinita de significados. Me siento producto de una construcción social, pero con sensibilidad y responsabilidad personal. Y esa mañana de mucha luz, sentí esa presencia de todos y cada uno de los que me permitieron concluir la tesis…

Me sentí pleno, en paz, ¡muy feliz!

Por eso, gracias a quienes han emprendido junto a mí este camino con identidades comunes, aspiraciones, conjunción de sueños y mucho esfuerzo. Este «amuleto» que me permito compartir, es quizás las síntesis maravillosa de este sentir…

Se imaginarán que encontrar a alguien que lo inspire, lo lleve adelante y te lo regale, es un tesoro invalorable… Por eso, gracias también campanita de mi vida, por hacer que cada repique que das, sea un canto de vida y amor!